viernes, 20 de marzo de 2020

3. Artículos y sus características



Los artículos científicos y sus características



Si bien en la anterior entrada elaboré una reflexión que tenía un tono más de revisión, esta vez quiero ofrecer mi punto de vista personal sobre el tema de la comunicación científica, a pesar de que también en esta ocasión he realizado una tarea de revisión profunda de la literatura encomendada para la elaboración de la tarea. Así, en esta reflexión sobre la comunicación formal, quisiera comenzar subrayando que, una vez más, tal vez por mi particular perfil como investigadora, me ha llamado la atención lo intervenidas que están las conceptualizaciones de las principales referencias de este tema (por ejemplo, comunicación formal, ciencia, científico, documentación…) por la tradición de las llamadas “ciencias duras” -y también por la representación del científico desde un punto de vista androcéntrico, aunque esta es una discusión sobre la que no me detendré en esta ocasión-. Dedicándome como me dedico a la sociología del conocimiento -y creo hacerlo con la sesudez y el rigor científico que se exige-, no acabo de encontrarme cómoda, ni de sentirme identificada del todo con las definiciones que se ofrecen desde estos textos, ni de lo que ha de ser el proceso de investigación, así como de la posterior difusión de “lo investigado”. De hecho, las fórmulas que se han planteado desde las lecturas propuestas para esta ocasión, me generan interrogantes y profundas dudas sobre el lugar que podría ocupar un científico social poco cuantitativo ante la deriva comunicativa de la actividad científica normativa, así como de sus cauces de “recolección, almacenamiento, clasificación y selección, difusión y utilización”[1] vigentes según los textos.

Aún con todo, quisiera señalar que coincido con Robert Day en que la comunicación científica es necesaria, y que ha de serlo, principalmente, desde el principio de claridad. Eso me gusta, y me gusta mucho. Creo que es muy importante ser rigurosos en ciencia, algo que, en el ámbito de las ciencias menos duras olvidamos quizá con frecuencia. No obstante, algo con lo que no puedo coincidir con este autor, y que me gustaría destacar, es que la actual coyuntura de difusión de la comunicación científica, materializada en el complejo entramado de las revistas de alto impacto, obstaculiza la expansión de la ciencia como una actividad fundamentalmente social integradora. Así, esta premisa, que Day subraya como una de las fundamentaciones de rigor, yo, sin embargo, considero que, en las actuales circunstancias, queda en suspenso. Y lo digo, fundamentalmente, porque me parece que los flujos del conocimiento en nuestro contexto globalizado transcurren por cauces algo sectarios, lo que harían del ámbito social de la actividad científica un espacio atravesado por ciertas desigualdades, característica que no me ha parecido latente en la visión que Day nos ofrece acerca de la ciencia. Su intención integradora en tanto como universalizadora es válida, pero creo que se queda coja demasiado pronto en tanto que actividad social discriminadora. En primer lugar, porque si no se publica en determinados espacios -y no en otros- es muy complicado penetrar el entramado comunicacional de la ciencia contemporánea, algo que, en mi opinión, puede suponer un filtro demasiado exigente y parcial, que ya de entrada, discriminará a ciertos agentes, y, en segundo lugar, como bien se resuelve en la lectura 4, porque existen mecanismos de estratificación dentro de lo que Michel Callon, Jean-Pierre Courtial y Hervé Penan denominan los “colegios invisibles”, escenarios donde solo publican determinados autores con el objetivo de leerse de forma centrípeta y endogámica a sí mismos, lo que, en cierto modo, favorece que la difusión de los resultados de una investigación, y del proceso de generación de conocimiento en ciertos ámbitos científicos, quede limitada por ciertas complejidades de tipo político.

De la lectura 3 me ha llamado la atención que el autor Ruy Pérez Monfort considere función secundaria de comunicación el artículo de revisión. Al hilo de su clasificación, me incomoda pensar que muchas de las publicaciones de carácter teórico de ciencias humanas y sociales podrían estar más cerca de ser consideradas artículos de revisión que artículos científicos, aunque, en palabras posteriores, realiza una apreciación positiva de los artículos de revisión y ofrece una guía de escritura en este sentido que me ha gustado mucho y que devuelve cierta dignidad a aquello que más hacemos en el campo al que pertenezco.

Asimismo, me ha resultado llamativo que Pérez Monfort sostenga en la página 50 que “cualquier persona que aspire a ser científico debe saber por lo menos leer y escribir muy bien el inglés”[2], lo que demuestra que en los actuales códigos de la actividad científica se prioriza la difusión internacional frente al cuidado conceptual y gramatical de un discurso científico riguroso. Al albur de sus consideraciones, podría parecerme que muchos y muchas, que tal vez puedan ser ya considerados científicos y científicas, se quedarán por el camino, y demuestra, como en tantas otras esferas de nuestra vida social contemporánea, que estamos más preocupados por la forma y el impacto de las cosas que por el fondo y la entidad. Sin embargo, coincido absolutamente con él en la idea de que, para escribir bien el texto, para que este sea considerado un buen artículo científico, hay que dedicarle tiempo a escribir bien. Me gusta su visión sobre este tema.

Por finalizar, quiero señalar la idea de que los “papers” constituyan el principio y el final de la actividad investigadora me parece una gran metáfora de cómo la producción de conocimiento es, de nuevo, un producto integrado en una lógica de mercado que, entre otras cosas, no favorece nada las redes de generación de conocimiento más informales o menos estructuradas, como por ejemplo las que pueden tejerse entre disciplinas distintas o entre los diferentes agentes del proceso del saber, como por ejemplo entre alumnos y profesores ya consagrados -una dinámica totalmente fuera del circuito reglado de lo que se entiende por ciencia-. Y es que, creo que esta idea productivista del conocimiento como un producto industrial-científico obliga a residir siempre en la frontera racionalista del saber, lo que me hace pensar que la difusión de la ciencia, en el fondo, tiene más de reproducción industrial de relatos y de patrones de consumo científico-cultural que de expansión epistemológica. Ya lo dice Robert Day en su lectura sobre el artículo científico: “un artículo científico es un escrito organizado para satisfacer los requerimientos exigidos de la publicación válida”[3]. Así que no vale con investigar y escribir algo bueno. Hay que investigar y publicar algo bueno que satisfaga los requerimientos exigidos”, lo que, en el fondo, nos mantiene siempre dentro de los límites de ciertos paradigmas científicos, y no de otros. Y eso, en mi opinión, no habla del progreso tanto como, desde los mismos requerimientos que nos exigimos en nuestra necesidad de autodesignarnos como buenos científicos, nos gusta hacer ver, al tiempo que reproduce una lógica sobre la ciencia más como producto de consumo aplicado que como una herramienta de extensión del sentido racional sobre el mundo material y social.



[1] Álvarez-Ossorio, J.R. (1988) Introducción a la información y documentación científica. Madrid: Alhambra, pág. 3.
[2] Pérez Monfort, R. (1995) Reflexiones matutinas sobre la investigación científica: viernes 10, 7:00 am. México: Fondo de Cultura Económica, p. 50.
[3] Day, R. (2005) Cómo escribir y publicar trabajos científicos. Washington D.C.: The Oryx Press, pág. 11.

1 comentario:

  1. De nuevo tu comentario da para discutir (en el sentido sajón de la palabra) un buen rato. Un par de comentarios solamente...

    1.- El objetivo fudamental del tema era enseñar (a quien no lo conozca) como es el mundo de la publicaci´n científica, el mundo en el que ha de vivir como sintífico profesional, no tanto valorarlo. Ctro que muchas de tus incomodidades (1, 2) tienen más que ver con la valoración que con que no esté bien descrito lo que hay.

    (1) "obstaculiza la expansión de la ciencia como una actividad fundamentalmente social integradora"

    (2) "devuelve cierta dignidad a aquello que más hacemos en el campo al que pertenezco"

    2.- El fondo y l forma. Dices: ""Hay que investigar y publicar algo bueno que satisfaga los requerimientos exigidos”, lo que, en el fondo, nos mantiene siempre dentro de los límites de ciertos paradigmas científicos, y no de otros." No, creo que Day hace referencia (de eso va su libro) a paradigmas formales, no a los científicos. Si descubres una vacuna que funciona, pero redactas el artículo sin mantener la estructura que pide la revista, con una extensión excesiva o un tono demasiado lírico, te lo van a rechazar. En las ciencias más "duras" se puede diferenciar con bastante nitidez el fondo de la forma, quizá en algunas de las blandas vaya más unido...

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