domingo, 12 de abril de 2020

ABAI 2_3. El fraude científico








«En una profesión en la cual decir la verdad es la primera regla, la mentira no debe tener ningún lugar»[1]






  
En el campo de la sociología, que yo conozca, y aun habiendo investigado un poco para la redacción de este post, no he encontrado ningún caso concreto de fraude científico de grandes dimensiones, aunque me atrevería a decir que, en el ámbito de las Ciencias Humanas y Sociales, son frecuentes ciertos comportamientos poco dignos, tales como omitir citas bibliográficas de trabajos previos de otros autores, la selección deliberada de bibliografía que refuerce la(s) hipótesis de partida, informar parcialmente de un método sin dar los detalles técnicos adecuados para que otros investigadores lo repitan, o  la manipulación estadística de los datos con tal de destacar un fenómeno en la dirección que le interesa al investigador/investigadora y que quizá de otra manera resultaría poco evidente.

Particularmente, en el tiempo de elaboración de la tesis creo que nunca me he encontrado con artículos de los cuales haya extraído algún tipo de extrañamiento. Cierto es que en el plano teórico en el que me muevo es complicado encontrar investigaciones que hayan sido reprobadas como fraudulentas, ya que la construcción del argumento teórico en el campo de la Teoría Sociológica se elabora en buena medida en un diálogo permanente con otras referencias, lo que en cierta manera pone un poco suspenso la pretensión de verdad que tan claramente define a las "ciencias duras". La cuestión no es tanto que un hecho sociológico sea "verdadero" como que pueda ser esgrimido como el resultado de un proceso social e histórico dialéctico y reflexivo, lo que pone en riesgo el proceso de análisis y de sus herramientas, susceptibles siempre de resultar sesgadas o “interesadas”. En este sentido, puede decirse que en el campo de la teoría sociológica el riesgo estaría más cerca del uso intencional de bibliografía, quien puede representar realmente un sesgo científico considerable en mi disciplina (esto es, elegir aquellos discursos que vienen a reforzar lo que yo quiero decir y dejar a un lado aquellos otros que pudieran llegar a poner en cuestión de forma comprometida las hipótesis de partida). Así mismo, si recurrimos a un espacio metodológico más cuantitativo no es difícil encontrar posibles tergiversaciones de los datos, tales como avalar los datos a pesar de que la muestra no sea suficientemente representativa o no esté debidamente clasificada, o dar los resultados por concluyentes a pesar de que el margen de error del ensayo sea considerable, las variables de la investigación no estén debidamente descritas o seleccionadas, o el proceso de análisis de los datos presente zonas oscuras suficientemente llamativas, donde la deducción de las conclusiones no aparezca suficientemente justificada.

Aun así, sí que me gustaría destacar que, en mi pequeña búsqueda de fraudes científicos históricos en el campo de las Ciencias Humanas y Sociales, he encontrado el artículo al que corresponde la cita del comienzo de esta entrada y he de decir que me ha hecho pensar mucho que como ciencia fraudulenta los autores del artículo destaquen que Karl Marx violó uno de los postulados del método científico al formular teorías ("demasiado" absolutizadoras y pretenciosas, por otra parte) sin disponer de los datos suficientes, lo que promovió que «[i]nsensiblemente se [comenzase] a modificar los datos para ajustarlos a la teorías, en vez de las teorías para ajustarlas a las datos"[2]. A raíz de esto, dichos autores (Schulz y Katime, 2003) ponen en suspenso toda la tradición marxista como una tradición verdaderamente científica, una duda que ya Karl Popper, uno de los filósofo de la ciencia  más importantes del siglo XX (y que hemos trabajado en este bloque de la asignatura), quiso sembrar en sus obras La Sociedad Abierta y sus Enemigos (1945) y Miseria del Historicismo (1961). 
  
Por otra parte, no puedo dejar de nominar uno de los casos más significativos de fraude científico en el ámbito de las denominadas ciencias blandas, que fue el protagonizado por el investigador de mercados y psicólogo James Vicary, quien dijo haber observado en sus experimentos que presentar intermitentemente frases subliminales, tales como "Coma palomitas" o “Beba Coca-Cola” en cine o televisión aumentaba las ventas de dichos productos. Su defensa de la eficacia de la “publicidad subliminal” generó un gran revuelo en la sociedad norteamericana de la época, y las empresas quisieron implementar el “método Vicary” para incrementar su porcentaje de ventas. Vicary sostenía que tras los experimentos el consumo de Coca-Cola y de palomitas se habían incrementado en un 18 y un 58 % respectivamente. Sin embargo, el psicólogo nunca llegó a relatar sus procedimientos, ni pudo repetir sus hallazgos. Nunca expuso sus descubrimientos en ninguna publicación especializada, y si le pedían que repitiera el experimento, su equipo fallaba o arrojaba resultados contrarios a los esperados. Tras levantar numerosas sospechas en el campo de la ciencia, en 1962, Vicary admitió que no había investigado lo suficiente y corroboró la falsedad del experimento.

Esta claro que la ciencia, como la práctica mayoría de los ámbitos sociales, no se libra de los comportamientos éticamente reprobables, pero eso no la justifica ni la exonera. La mala praxis, sea cual sea el escenario de nuestras vidas en el que nos hallemos, ha de ser un lugar que evitar a toda costa. La falta de ética no debería ser nunca un lugar deseable. En el sentido epistemológico, considero que el fraude científico perjudica seriamente al progreso del conocimiento y, por ello, me parece importante incidir en que tanto la ciencia, los científicos y las científicas, así como los poderes públicos y privados que precisan de la actividad científica y que tanto poder concentran sobre las dinámicas (formales e informales) del saber deberían desplegar todas las armas a su alcance para parar un proceso que, en las últimas décadas, ha crecido de manera exponencial.

 No son buenos tiempos para la ética.




[1]Schulz, P.C. y Katime, I. (2003) Los Fraudes científicos. Revista Iberoamericana de Polímeros Volumen 4(2), Abril 2003, p. 5; en http://www.ehu.eus/reviberpol/pdf/ABR03/EL%20FRAUDE%20CIENTIFICO.pdf

[2] Schulz, P.C. y Katime, I. (2003) Ibid., p. 35

1 comentario:

  1. " La cuestión no es tanto que un hecho sociológico sea "verdadero" como que pueda ser esgrimido como el resultado de un proceso social e histórico dialéctico y reflexivo, lo que pone en riesgo el proceso de análisis y de sus herramientas, susceptibles siempre de resultar sesgadas o “interesadas”."

    Me ha dejado pensando mucho rato esa frase... incluso me preocupa, diría.

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